En países como Noruega, Suecia y Estonia, las bombas de calor se han convertido en el método de calefacción más popular, incluso a pesar de enfrentar climas fríos y edificaciones antiguas. Este fenómeno desafía los mitos que rodean esta tecnología y demuestra que la transición hacia la energía verde no solo es posible, sino también económicamente viable. Sin embargo, el éxito de las bombas de calor en estos países no se debe únicamente a su eficacia tecnológica, sino también a una combinación de factores políticos, económicos y sociales.
Economía y precios de la electricidad: claves para la adopción
Un factor fundamental para entender la adopción de las bombas de calor en Europa es la relación entre los precios de la electricidad y los combustibles fósiles. Según Jan Rosewood, director de Programas Europeos en la Regulatory Assistance Project (RAP), el tipo de edificación o su antigüedad no son tan determinantes como la economía detrás del uso de las bombas de calor. En países donde la electricidad cuesta varias veces más que el gas o el petróleo para calefacción, como el Reino Unido, la adopción de bombas de calor sigue siendo baja. En contraste, naciones como Noruega, Suecia, Finlandia y Estonia han experimentado una adopción masiva debido a que los precios de la electricidad son, en el peor de los casos, el doble de los del gas.
Sarah Azau, jefa de comunicaciones de la Asociación Europea de Bombas de Calor, agrega que las bombas de calor son increíblemente eficientes, llegando a ser entre tres y cinco veces más eficientes que las calderas de gas. Sin embargo, requieren un suministro constante de electricidad, lo que hace que su viabilidad dependa en gran medida de los costos de esta fuente de energía.
En los países nórdicos, donde las tarifas eléctricas son competitivas y existen incentivos claros para las energías renovables, las bombas de calor han demostrado ser una solución rentable incluso en las condiciones más adversas, como edificios antiguos o climas extremadamente fríos.
Subsidios y políticas públicas: impulsores del cambio
Además de los precios de la electricidad, los subsidios y las políticas gubernamentales desempeñan un papel crucial en la adopción de esta tecnología. Muchos países europeos ofrecen incentivos económicos para la instalación de bombas de calor, que incluyen préstamos de bajo interés, programas de subvenciones y deducciones fiscales. Esto es esencial, ya que el costo inicial de una bomba de calor es, en promedio, entre dos y cuatro veces mayor que el de una caldera de gas tradicional, rondando los 11.500 euros.
Alemania, por ejemplo, lidera con algunas de las subvenciones más generosas, ofreciendo hasta 18.000 euros por la compra de una bomba de calor geotérmica. Francia también apoya significativamente esta transición, mientras que el Reino Unido incrementó recientemente sus subvenciones hasta los 7.500 libras (alrededor de 8.700 euros).
No obstante, Azau advierte que los cambios abruptos en los esquemas de apoyo pueden generar incertidumbre tanto en los consumidores como en los fabricantes. Entre 2023 y 2024, las ventas de bombas de calor cayeron un 47% en Europa debido a cambios inesperados en las políticas. Por ello, subraya la importancia de políticas estables y a largo plazo que brinden confianza al mercado y faciliten la transición hacia tecnologías sostenibles.
Mitos, desinformación y el rol de los legisladores
Aunque las bombas de calor han demostrado su eficacia en una amplia gama de escenarios, desde viviendas modernas hasta edificios históricos y zonas árticas, todavía enfrentan escepticismo en algunos mercados. Este rechazo suele alimentarse de la desinformación promovida por la industria de combustibles fósiles, que intenta proteger su cuota de mercado.
Rosewood destaca que los legisladores tienen la responsabilidad de proporcionar información clara y objetiva sobre las bombas de calor. Esto incluye no solo educar al público, sino también implementar regulaciones que desalienten el uso de sistemas de calefacción basados en combustibles fósiles, tanto en nuevas edificaciones como en aquellas ya existentes.
Un enfoque político eficaz debe incluir precios de energía favorables, incentivos económicos para cubrir los costos iniciales, regulación estricta para frenar el uso de tecnologías obsoletas y una comunicación coherente y bien coordinada. En última instancia, estas medidas son esenciales para lograr una transición energética exitosa en Europa.
El éxito de las bombas de calor en países como Noruega, Suecia y Estonia demuestra que la transición hacia energías renovables no es solo un ideal ecológico, sino una realidad práctica cuando se implementan políticas inteligentes y se abordan las barreras económicas. A medida que Europa avanza hacia un futuro más sostenible, esta tecnología se perfila como un elemento clave en la lucha contra el cambio climático.