Cada año, cuando bajan las temperaturas, numerosas aves que habitan en nuestros jardines se enfrentan a un desafío vital: sobrevivir al invierno. Aunque el frío intenso puede no manifestarse de la misma forma cada temporada, la caída de las temperaturas sigue afectando a estas criaturas de manera drástica. Se estima que hasta la mitad de las aves de jardín pueden llegar a morir a causa del frío y la falta de alimento. Entre ellas, el petirrojo, ave emblemática en muchos países europeos, es especialmente vulnerable porque permanece fiel a los jardines pase lo que pase con el clima. Esta situación se ve agravada por la pérdida de setos y otros espacios naturales que les proporcionan comida y refugio, así como por la alteración de los patrones climáticos, que causa un desequilibrio en sus ciclos biológicos.
El petirrojo, por ejemplo, es capaz de perder hasta un 10 % de su peso corporal en una sola noche invernal, y si no recupera sus reservas de energía cada mañana, corre un riesgo real de sucumbir a las bajas temperaturas. Con la disminución de fuentes naturales de alimentos —especialmente de insectos— estas aves dependen cada vez más de los jardines para encontrar sustento. Los inviernos confusos, con temperaturas inesperadamente suaves seguidos de oleadas de frío, también pueden llevar a los petirrojos y a otras aves a adelantar o retrasar comportamientos fundamentales, como la anidación o la búsqueda de alimento, dificultando su supervivencia.
Por eso, es clave que quienes cuentan con un pequeño espacio verde, balcón o patio, conviertan ese lugar en un refugio seguro para las aves en los meses fríos. Con unos sencillos gestos, podemos ayudarlas a superar esta dura etapa y garantizar que sigan alegrándonos con su presencia cuando llegue la primavera.
Alimentación para vencer el frío
Proporcionar alimentos ricos en grasa, proteínas y otros nutrientes es esencial para mantener a las aves con energía suficiente para sobrevivir a las noches frías. El petirrojo, en particular, prefiere alimentarse a ras de suelo, por lo que es recomendable situar una pequeña bandeja con comida cerca de arbustos o árboles, de manera que se sienta protegido. Si logras que se sienta confiado, podrías llegar a alimentarlo directamente de tu mano, un momento inolvidable para cualquier amante de la naturaleza.
Entre los alimentos más adecuados para los petirrojos están los gusanos de la harina, las larvas de insectos ricos en calcio, los restos de carne magra, trocitos de queso suave, migas de bizcocho o galletas, frutas deshidratadas y cacahuetes triturados. Para otras especies que prefieren alimentarse en altura, es recomendable instalar comederos colgantes con semillas variadas, ya que no todas las aves comparten los mismos hábitos alimenticios.
Es fundamental, además, no mantener el jardín excesivamente “limpio” durante el invierno. La presencia de hojas muertas, troncos en descomposición y pequeños montones de ramas fomenta la proliferación de insectos, que son una fuente de proteína esencial. Mantener una porción de tu jardín un poco salvaje ayuda a que las aves encuentren alimento natural y minimiza su dependencia exclusiva de los comederos.
No hay que olvidar que el agua es un recurso vital, sobre todo cuando las bajas temperaturas pueden congelar las fuentes naturales. Colocar recipientes con agua, renovándola con frecuencia para evitar que se hiele, ayuda a las aves a mantenerse hidratadas y a limpiar sus plumas, una tarea crucial para conservar su capacidad de aislarse del frío.
Espacios de abrigo y plantas protectoras
Cuando las temperaturas se desploman, las aves buscan lugares donde cobijarse y conservar su calor corporal. Los nidos y las cajas nido no solo son útiles durante la época de reproducción, sino que también sirven de refugio en invierno, sobre todo en las noches más gélidas. Si instalas una caja nido en tu jardín, sitúala a una altura de al menos dos metros, asegurándote de que no esté demasiado cerca de matorrales densos donde puedan acechar gatos y otros depredadores. En noches de intenso frío, las aves pueden agruparse dentro de estas cajas para compartir su calor, incrementando así sus posibilidades de supervivencia.
Otra manera de contribuir a su bienestar es a través de la selección de las plantas de tu jardín. Algunos arbustos, como el acebo, ofrecen cobijo gracias a su follaje espeso y la protección que brindan sus hojas punzantes. También proporcionan bayas que constituyen un alimento fundamental para especies como zorzales, petirrojos y mirlos en los meses fríos. La hiedra, por su parte, produce bayas que resultan muy apreciadas por tordos, mirlos y otras aves cuando otras fuentes de alimento escasean. Retrasar la poda de hiedra hasta que las bayas hayan desaparecido permite a las aves alimentarse de estos frutos.
Mantener estas plantas vivas y frondosas, junto con la instalación de comederos y bebederos, transformará tu espacio al aire libre en un auténtico santuario invernal. Incluso si tu jardín es pequeño, cada aporte cuenta para ayudar a estabilizar la población de aves urbanas y suburbanas. Conscientes de que estas acciones pueden marcar la diferencia, expertos en fauna silvestre hacen un llamado a la ciudadanía para que ofrezca ayuda a estos pequeños vecinos emplumados, especialmente ante la imprevisibilidad de los fenómenos meteorológicos.
Proteger la vida de los petirrojos y de otras aves no es solo una cuestión de conservar su belleza y alegre canto, sino también de mantener el equilibrio ecológico de nuestros entornos cercanos. Al ofrecer alimento, agua y refugio, les damos la oportunidad de resistir los rigores invernales y de sobrevivir hasta la primavera. Con un poco de dedicación, tu jardín puede convertirse en un lugar de esperanza y de vida para todos los visitantes alados que, año tras año, necesitan nuestra colaboración para seguir adelante.