Cambio Climático

Las aerolíneas más contaminantes de Europa

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Un reciente informe publicado por la organización ecologista Transport & Environment (T&E) pone en evidencia la magnitud del problema ambiental que representa el transporte aéreo en Europa. Según el estudio, en 2024 se registraron 8.4 millones de vuelos que partieron desde aeropuertos europeos, generando un total de 187.6 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂). Esta cifra representa un 98 % de las emisiones registradas en 2019, año previo a la pandemia, lo que indica que el sector ha recuperado su actividad casi por completo, pero sin adoptar cambios significativos para reducir su huella de carbono.

Pese al impacto ambiental de esta recuperación, la normativa vigente del mercado de carbono europeo —específicamente el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS, por sus siglas en inglés)— continúa permitiendo amplias exenciones para el sector aeronáutico. T&E denuncia que las aerolíneas solo pagaron por aproximadamente el 30 % de la contaminación que generaron, lo que equivale a que el 70 % de sus emisiones no tuvo ningún coste real para las compañías. En palabras de Krisztina Hencz, responsable de política aérea en T&E, “las emisiones de la aviación están completamente fuera de control, y lo peor es que las aerolíneas siguen eludiendo el verdadero coste de su contaminación, lo que convierte en una burla sus promesas de una recuperación verde tras el COVID”.

Las diez aerolíneas más contaminantes del continente

El informe revela que tan solo diez compañías aéreas fueron responsables del 40 % de todas las emisiones del sector en Europa durante 2024. En primer lugar se encuentra Ryanair, con 16.2 millones de toneladas de CO₂ emitidas, seguida por Lufthansa (10 Mt) y British Airways (8.9 Mt). Estas cifras implican un incremento del 9 %, 6 % y 3 % respectivamente con respecto a las emisiones del año anterior.

Air France ocupa el cuarto lugar con 8.2 Mt de CO₂, una cifra que, a pesar de su magnitud, representa una ligera disminución del 1 % en comparación con 2023. Completan el listado easyJet, Emirates, KLM, Wizz Air, Iberia y United Airlines. Es especialmente notable el caso de Iberia, que registró el mayor aumento interanual de emisiones entre las diez principales, con un 10 % más que el año anterior.

Además del protagonismo de las aerolíneas tradicionales, el estudio destaca el crecimiento sostenido de las aerolíneas de bajo coste, no solo dentro de Europa, sino también en rutas de largo recorrido, donde históricamente predominaban las compañías de bandera. Esta expansión pone aún más presión sobre la necesidad de una regulación eficaz que contemple el verdadero alcance ambiental del sector.

Un mercado de carbono con grandes lagunas

Actualmente, las normas europeas solo obligan a las aerolíneas a pagar por las emisiones generadas en vuelos dentro del Espacio Económico Europeo, el Reino Unido y Suiza. Sin embargo, los trayectos de larga distancia —los más contaminantes— están exentos de esta obligación. El informe destaca que las rutas con mayor emisión de CO₂ en 2024 fueron todas intercontinentales, lideradas por el trayecto Londres-Nueva York, con más de 1.4 millones de toneladas de CO₂. Le siguen Londres-Dubái (1.2 Mt) y Londres-Singapur (1.1 Mt). La primera ruta dentro de la Unión Europea que aparece en la lista es Frankfurt-Shanghái, en el quinto lugar, con 0.8 Mt. En contraste, el trayecto Barcelona-Londres —que sí entra dentro del ETS— ocupa el puesto 135 con solo 0.15 Mt.

Este desequilibrio revela lo que T&E considera una falla estructural del sistema: las rutas más contaminantes están completamente fuera del alcance del régimen actual de emisiones, lo que representa una oportunidad perdida tanto desde el punto de vista climático como económico. Según las estimaciones del grupo ecologista, si se hubiesen incluido todas las emisiones de vuelos que parten desde Europa, el sistema ETS podría haber generado ingresos adicionales por 7.500 millones de euros en 2024. Este dinero habría podido ser invertido en tecnologías verdes como combustibles sostenibles para aviación (SAF), así como en el desarrollo de aeronaves eléctricas o impulsadas por hidrógeno.

La Comisión Europea tiene previsto revisar el ETS en 2025, lo que representa una ocasión crucial para subsanar estas deficiencias. No obstante, T&E advierte que esta revisión se produce en un contexto en el que los principales actores de la industria aérea están ejerciendo presión para debilitar aún más las normas existentes. Directivos de aerolíneas como Ryanair y Air France ya han solicitado públicamente una flexibilización de las reglas sobre precios del carbono, lo que plantea interrogantes sobre el verdadero compromiso del sector con la sostenibilidad.

Si Europa desea avanzar hacia una aviación más limpia y coherente con sus objetivos climáticos, será imprescindible ampliar el alcance del mercado de emisiones a todos los vuelos que salgan del continente. De lo contrario, como señala Hencz, “la aviación verde seguirá siendo solo una ilusión”.

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