El huracán Milton ha dejado una marca imborrable en la memoria colectiva debido a su extraordinaria intensidad y trayectoria inusual. Se ha destacado por ser un fenómeno raro y devastador, que ha alimentado las preocupaciones sobre el impacto del cambio climático en la frecuencia y fuerza de estos eventos meteorológicos. A medida que el huracán atravesaba el Golfo de México, los expertos observaron cómo las condiciones atmosféricas y oceánicas propiciaron la creación de lo que muchos han llamado «la tormenta perfecta». Pero, ¿es el cambio climático realmente responsable de la ferocidad de Milton?
Milton se originó en la Bahía de Campeche, una zona situada en el suroeste del Golfo de México. Inicialmente, los meteorólogos no esperaban que la masa de aire inestable que daba lugar al sistema se convirtiera en una tormenta tropical, mucho menos en un huracán monstruoso. Sin embargo, el agua cálida del golfo, junto con la ausencia de vientos cruzados a gran altura, permitió que Milton se intensificara a una velocidad asombrosa. En menos de 10 horas, pasó de ser un huracán de mínima categoría a alcanzar el nivel 5, el más alto en la escala de huracanes, con vientos de hasta 180 millas por hora.
Este fenómeno de intensificación rápida se debe en gran medida a la temperatura del agua, que en el caso de Milton era de alrededor de 30.5 grados Celsius, casi un grado más cálida que lo habitual y cercana a niveles récord. El investigador Brian McNoldy de la Universidad de Miami afirmó que este aumento de temperatura se debe parcialmente al calentamiento global, que proporciona más energía a las tormentas tropicales y les permite fortalecerse de manera más rápida y peligrosa.
Milton, con un pequeño tamaño y un ojo minúsculo de solo 6.4 kilómetros de diámetro, se comportó como un patinador sobre hielo girando con los brazos cerrados, lo que le permitió acelerar su rotación y ganar una fuerza destructiva aún mayor. Esto lo convirtió en una de las tormentas más intensas registradas en el Golfo de México, especialmente en esta época del año, cuando suelen ser menos frecuentes los huracanes de tal magnitud.
Cambio climático y el futuro de las tormentas intensas
Uno de los aspectos más alarmantes del huracán Milton es que no es un evento aislado. En los últimos ocho años, Estados Unidos ha sido golpeado por siete huracanes de categoría 4 o superior, una cifra que triplica la tasa anual promedio de tales tormentas desde 1950. Este aumento en la frecuencia de huracanes extremadamente fuertes ha despertado una creciente preocupación entre los expertos sobre el papel del cambio climático en la intensificación de estos fenómenos.
Gabriel Vecchi, climatólogo y experto en huracanes de la Universidad de Princeton, señala que muchos de los factores que hicieron a Milton tan peligroso están directamente relacionados con el calentamiento global causado por el ser humano. Las temperaturas más cálidas en la superficie del agua no solo alimentan a las tormentas, sino que también reducen la posibilidad de que los vientos corten su fuerza, permitiendo que estos huracanes alcancen su máximo potencial destructivo.
El huracán Milton no solo fue intenso, sino que también tomó una trayectoria inusual hacia el noreste, una ruta rara para huracanes tan poderosos en esta época del año. La última tormenta con un camino similar ocurrió en 1848, un tiempo en el que no se mantenían registros meteorológicos tan detallados como los actuales. Milton representaba una amenaza singular para la ciudad de Tampa, que no había sufrido un impacto directo de un huracán mayor en más de 100 años. Las autoridades meteorológicas advertían que la combinación de la dirección del viento y el aumento del nivel del agua hacía que esta tormenta fuera el peor de los escenarios posibles para la región.
El huracán Milton ha demostrado que las tormentas de alta intensidad podrían volverse más comunes debido al cambio climático. Las aguas más cálidas del océano proporcionan el combustible necesario para que los huracanes se intensifiquen rápidamente, mientras que las condiciones atmosféricas alteradas aumentan la probabilidad de que estas tormentas sigan trayectorias inusuales y devastadoras.
Aunque no todos los científicos están completamente de acuerdo sobre la magnitud del impacto del cambio climático en cada huracán, existe un consenso creciente de que los fenómenos extremos como Milton son más probables en un mundo donde las temperaturas siguen en aumento. La combinación de factores naturales, como el fenómeno de El Niño, y los cambios inducidos por el ser humano en la atmósfera y los océanos, está remodelando el comportamiento de los huracanes, haciendo que el futuro de las tormentas sea más incierto y, potencialmente, más peligroso.
El huracán Milton, por tanto, no es solo un evento meteorológico extraordinario, sino también un recordatorio de los riesgos que plantea el cambio climático para las costas vulnerables y las comunidades que dependen de ellas.