Durante décadas, el glaciar Perito Moreno, una de las maravillas naturales más emblemáticas de Argentina y del mundo, fue considerado una excepción en un planeta donde la mayoría de los glaciares retroceden sin freno. Ubicado en el Campo de Hielo Patagónico Sur, esta imponente masa de hielo había permanecido relativamente estable, atrapada en un estrecho valle que parecía protegerla de los efectos del calentamiento global. Sin embargo, nuevos datos científicos revelan que esta estabilidad ha llegado a su fin.
Según un estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment, el Perito Moreno atraviesa ahora “su mayor retroceso en el último siglo”. La investigación, liderada por el doctorando Moritz Koch, de la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Núremberg, indica que el glaciar ha comenzado a perder contacto con la roca base que lo anclaba, un proceso que favorece la liberación de grandes bloques de hielo y acelera su desplazamiento hacia atrás. Las imágenes de lapso de tiempo tomadas desde 2020 muestran con crudeza cómo esta joya natural empieza a ceder terreno.
Koch sostiene que la magnitud del retroceso responde a una inestabilidad acumulada durante más de una década, un proceso silencioso que ahora se manifiesta con fuerza. La pérdida del “punto de anclaje” central, que hasta ahora actuaba como freno natural, está marcando el inicio de una retirada que podría prolongarse varios kilómetros en los próximos años.
El pulso invisible entre hielo y clima
El Perito Moreno no es solo un espectáculo para los cientos de miles de turistas que lo visitan cada año, sino también un laboratorio natural para entender el impacto del cambio climático en los glaciares. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981, es famoso por sus desprendimientos de hielo —o “rupturas”— que caen con estrépito en el lago Argentino. Sin embargo, hasta hace poco, su avance y retroceso se mantenían en equilibrio, algo poco común en un contexto de calentamiento global.
Para obtener las mediciones, el equipo de Koch llevó a cabo un trabajo de campo exhaustivo: sobrevuelos en helicóptero con radar para medir el grosor del hielo, exploraciones con sonar en el lago y análisis de datos satelitales. El diagnóstico es claro: el glaciar ya no responde como antes, y su aparente resistencia al cambio climático era solo una ilusión temporal.
Expertos independientes, como Richard Alley, glaciólogo de la Universidad Estatal de Pensilvania, advierten que este tipo de anomalías —glaciares que no retroceden a pesar del calentamiento— suelen ser usados por negacionistas climáticos como argumento. Sin embargo, lo que ocurre ahora con el Perito Moreno confirma que incluso los colosos más “estables” no están a salvo de un clima que cambia a una velocidad sin precedentes.
Un espejo de lo que puede pasar en la Antártida
Aunque la pérdida de hielo en Patagonia no eleve significativamente el nivel del mar a escala global, los investigadores ven en el caso del Perito Moreno un modelo para entender procesos más peligrosos en otras regiones. El verdadero riesgo se concentra en los grandes glaciares de la Antártida, donde un colapso masivo podría desencadenar un aumento catastrófico del nivel del mar, amenazando a millones de personas que viven en zonas costeras e islas bajas.
Pero la desaparición de glaciares no solo implica consecuencias físicas y económicas. Erin Pettit, glacióloga de la Universidad Estatal de Oregón, recuerda que el hielo ha moldeado paisajes, sustentado culturas y proporcionado recursos vitales como el agua potable. Su pérdida significa también una erosión del patrimonio natural y cultural. “Estamos perdiendo pequeños fragmentos de hielo en todo el mundo”, afirma Pettit, “y con ellos, parte de la historia y de la vida de las comunidades que dependen de ellos”.
El caso del Perito Moreno es, en definitiva, una advertencia visual y emocional del impacto diferido del cambio climático: incluso las fortalezas de hielo que parecían eternas están empezando a quebrarse. Y si la Patagonia está viendo caer a su gigante más célebre, el resto del mundo haría bien en prestar atención.