El cambio climático ha puesto en jaque a diversas industrias alrededor del mundo, y el sector de los deportes de invierno no es la excepción. Según una reciente advertencia de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tan solo diez países podrían tener un «futuro climático confiable» para albergar eventos de deportes de nieve en 2040. Esto es una señal alarmante para el esquí, el snowboard y otras disciplinas invernales, las cuales enfrentan un futuro incierto debido al calentamiento global.
La Colaboración entre FIS y la OMM
Consciente de esta creciente crisis, la Federación Internacional de Esquí y Snowboard (FIS, por sus siglas en inglés) ha establecido una colaboración sin precedentes con la Organización Meteorológica Mundial para intentar mitigar los efectos del cambio climático en los deportes de invierno. Este acuerdo, que se extenderá por cinco años, tiene como objetivo mejorar la comprensión de las predicciones meteorológicas y su impacto tanto en la nieve natural como en la artificial.
El principal propósito de este esfuerzo conjunto es capacitar a las federaciones nacionales de esquí, organizadores de eventos y gestores de estaciones de esquí para que puedan manejar mejor las condiciones climatológicas extremas y la reducción de la nieve. La primera reunión en línea se llevará a cabo el 7 de noviembre, donde se discutirán las estrategias para enfrentar estos desafíos.
En un comunicado conjunto, ambas organizaciones con sede en Suiza señalaron que el panorama para los deportes y el turismo de invierno es desalentador debido al aumento de las temperaturas globales. El FIS, por su parte, destacó que la temporada pasada, 26 de sus 616 Copas del Mundo fueron canceladas debido a problemas meteorológicos en disciplinas como el esquí alpino, el esquí de fondo, el snowboard y el salto de esquí.
El Impacto del Cambio Climático en el Esquí
Los organizadores de eventos deportivos de invierno han recurrido, desde hace tiempo, al uso de recursos hídricos locales para producir nieve artificial y poder preparar las pistas para las competiciones. Sin embargo, esta práctica no es suficiente para contrarrestar el impacto del cambio climático. El secretario general de la OMM, Celeste Saulo, afirmó que «las vacaciones invernales arruinadas y los eventos deportivos cancelados son, literalmente, solo la punta del iceberg del cambio climático».
Una de las imágenes más comunes en las transmisiones de competiciones de deportes de invierno es la de una pista blanca serpenteando entre montañas y bosques marrones y verdes, una clara señal de la escasez de nieve natural. El presidente del FIS, Johan Eliasch, fue contundente al señalar que «el cambio climático es una amenaza existencial para el esquí y el snowboard», subrayando que no solo afecta a los deportes, sino que es una encrucijada crítica para toda la humanidad.
De acuerdo con el Comité Olímpico Internacional, para el año 2040, solo diez países tendrán condiciones climáticas lo suficientemente estables como para albergar eventos deportivos de nieve en los Juegos Olímpicos de Invierno. Esto plantea una pregunta crucial: ¿podrán sobrevivir los deportes de invierno en lugares con poca o nula nieve?
Nieve Artificial: Solución o Problema
La edición de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Beijing se celebró enteramente con nieve artificial, una tendencia que podría convertirse en la norma. En esa ocasión, las competiciones de esquí alpino tuvieron lugar a unos 90 kilómetros de la capital china, en montañas que apenas reciben nevadas naturales. Sin embargo, la producción de nieve artificial es un proceso costoso que requiere grandes cantidades de energía, agua y recursos económicos. Además, puede tener efectos negativos sobre el suelo y el medio ambiente.
Arabia Saudita, un país con muy poca nieve natural, está en proceso de crear una estación de esquí con un lago artificial cerca de su ambicioso proyecto de ciudad futurista llamado Neom. Este país se prepara para albergar los Juegos Asiáticos de Invierno en 2029, lo que plantea más dudas sobre el futuro de los deportes invernales en regiones no tradicionales.
En Suiza, la oficina federal de meteorología ha señalado que los glaciares alpinos han perdido aproximadamente el 60% de su volumen desde 1850. Esta alarmante tendencia no solo afecta a los deportes de invierno, sino también a las infraestructuras construidas en terrenos que antes estaban congelados. Según la OMM, el deshielo en regiones montañosas, árticas y subárticas tiene consecuencias directas en la estabilidad de estas infraestructuras y contribuye al aumento de carbono en la atmósfera.
Asimismo, la cantidad de nieve que cae en altitudes más bajas, de hasta 800 metros, ha disminuido considerablemente. Desde 1970, el número de días de nevadas se ha reducido a la mitad, lo que pone en riesgo el futuro de muchas estaciones de esquí y deportes de invierno en general.
El panorama para los deportes de invierno es sombrío. A medida que el cambio climático avanza y las temperaturas globales continúan aumentando, los eventos de esquí, snowboard y otras disciplinas invernales corren el riesgo de volverse insostenibles en muchas regiones del mundo. La alianza entre la Federación Internacional de Esquí y la Organización Meteorológica Mundial es un paso necesario para enfrentar este reto global, pero es evidente que el futuro de los deportes de invierno dependerá en gran medida de nuestra capacidad para mitigar el cambio climático y adaptarnos a sus consecuencias. Si no actuamos pronto, el esquí, tal como lo conocemos, podría convertirse en una reliquia del pasado.